La lucha palestina es nuestra lucha: Declaración de SftP

Mientras lamentamos las vidas perdidas debido al recrudecimiento de la violencia contra Palestina y sus gentes nos preguntamos en profundidad, ¿por qué está pasando lo que está pasando en Gaza?

El Ministro de Seguridad Nacional de Israel, un ultranacionalista instigador de la violencia condenado ocho veces, incluso por cargos de disturbios y apoyo a una organización terrorista, a quien en su día se prohibió servir en el ejército israelí, está al mando de su aparato de seguridad.

El Ministro de Finanzas de Israel declaró su intención de “ser cruel”, habló de los palestinos como “animales humanos” y estableció el plan para privar a Gaza de alimentos, combustible y agua.

Gaza, hogar de dos millones de personas, la mitad de ellas niñas y niños, y que desde 2007 es una prisión al aire libre sitiada por el Estado israelí de extrema derecha, está ahora mismo bajo bombardeos aéreos incesantes que exponen a la gente y al medio ambiente a sustancias químicas tóxicas como el fósforo blanco. 

El Primer Ministro de Israel dejó claro el objetivo de su gobierno de evacuar a 1,1 millones de palestinos en el norte de Gaza, lo que, según él, es “sólo el comienzo”. Se trata de una masacre y limpieza étnica premeditadas.

Los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Italia y Alemania rápidamente prometieron su “apoyo firme y unido” a Israel, cuyos líderes ahora están ayudando y apoyando este genocidio.

 Esta injusticia histórica no ha ocurrido de forma aislada. Es la culminación de un proyecto sionista de un siglo de duración facilitado por la clase capitalista en todo el Norte Global a través de la máquina de guerra militar-industrial que se beneficia de la desposesión y destrucción de la tierra palestina. A través de los principales medios de comunicación que se alimentan de la deshumanización del pueblo palestino, borrando su historia y convirtiendo los sentimientos de humanidad en pretextos para la barbarie. A través del desarrollo tecnocientífico (del que todo el aparato científico-tecnológico es cómplice y nosotros y nosotras como trabajadores del mismo, también), financiado y canalizado para reforzar el aparato de apartheid de Israel. Y a través de la hipocresía del mundo académico occidental, que, a pesar de todos sus valores profesados de “antirracismo” y “descolonización”, continúa aceptando y legitimando la colonización.

Por lo tanto, es nuestro deber como miembros de Ciencia para el Pueblo –una organización nacida de la lucha contra las atrocidades estadounidenses en Vietnam, con predecesores que lucharon contra el apartheid en Sudáfrica, contra los regímenes fascistas en toda América Latina y, sobre todo, contra el imperialismo estadounidense– tomar medidas concretas en este terrible momento y plantar las semillas del cambio revolucionario.

1) Como científicos y científicas, debemos educarnos con análisis profundos y exhaustivos de la historia, las circunstancias y las estructuras. La lucha contra la colonización siempre ha sido librada por personas de todas las etnias y religiones, y al sionismo históricamente se han opuesto líderes, científicos y activistas judíos de izquierda. Nos solidarizamos inequívocamente con el pueblo palestino y condenamos los más de setenta y cinco años de crímenes sionistas que han desembocado en este genocidio.

2) Como trabajadores y trabajadoras dentro del complejo académico-industrial, los productos de nuestro trabajo son subsumidos por fuerzas sistémicas y utilizados para la guerra, lo que nos impulsa a reflexionar sobre nosotros mismos y las instituciones para las que trabajamos. ¿Cuánta financiación ha recibido nuestra institución de fundaciones con objetivos explícitamente sionistas? ¿Se relaciona esto con la insensibilidad hacia estudiantes palestinos que recientemente se han manifestado en sus instituciones universitarias sobre los acontecimientos que se desarrollan en Gaza? ¿Qué técnicas, ideología o ambas simultáneamente (como en el intento de biologización de la raza judía) se han desarrollado en cualquier campo de estudio, bajo las limitaciones impuestas por nuestro propio sistema colonial, para mantener el status quo? ¿Cómo han sostenido el Estado israelí y sus aliados occidentales la noción de “progreso” en nombre de la ciencia para enmascarar el retroceso de su colonialidad? Este momento revela la urgente necesidad y oportunidad de lograr un mayor nivel de conciencia política entre científicas y científicos. Debemos acelerar este proceso.

3) Como activistas y promotores de actividades sociales, la reflexión sobre nuestra complicidad apenas alcanza el mínimo requerido. ¿Qué podemos hacer como organización para apoyar materialmente la causa palestina? ¿Qué podemos aportar a los y las compañeras en primera línea que están resistiendo los abusos racistas y orientalistas? ¿Cómo podemos resistir la apropiación de la ciencia y la tecnología por parte de los colonizadores? Dentro del mundo académico, somos testigos de cómo se ahogan las voces pro Palestina y de que aquellas personas que se atreven a hablar contra el genocidio son procesadas, despedidas o silenciadas en beneficio de los intereses políticos y económicos del Estado de apartheid israelí y de las corporaciones transnacionales que se benefician de la ocupación. ¿Cómo conectamos nuestra propia lucha de clases contra el complejo académico-industrial con la defensa local de los derechos palestinos y los movimientos de liberación global? Existe una necesidad urgente y una oportunidad de educar, movilizar, organizar y proteger a quienes dicen la verdad, de luchar contra el sionismo y de desarrollar la militancia sindical e internacionalista entre las clases oprimidas. 

La lucha palestina es nuestra lucha. La ciencia insurgente exige de sus practicantes claridad de pensamiento y coraje para actuar. SftP hace un llamamiento a todos los miembros y simpatizantes a buscar colectivamente estrategias concretas hacia la liberación de Palestina.

Palestine is Our Struggle: SftP Statement

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As all of us mourn the lives lost to the latest upsurge of violence, how do we appropriately understand what has been happening in the past few days in Gaza?

Israel’s National Security Minister, an ultra-nationalist instigator of violence convicted eight times including on charges of rioting and supporting a terrorist organization, once prohibited from serving in the Israeli military, is now in command of its security apparatus.

Israel’s Finance Minister declared the intent “to be cruel,” spoke of Palestinians as “human animals,” and enunciated the plan to deprive Gaza of food, fuel, and water. 

Gaza, an open-air prison under siege by the extreme-right Israeli state since 2007, home to two million people, half of them children, is now under nonstop aerial bombardment that exposes the people and environment to toxic chemicals like white phosphorus.

Israel’s Prime Minister made clear its government’s aim of emptying out 1.1 million Palestinians in northern Gaza, which he claims is “only the beginning.” 

This is a premeditated massacre and cleansing of an Indigenous population. 

The governments of the United States, United Kingdom, France, Italy, and Germany all quickly pledged their “steadfast and united support” of Israel, whose leaders are now stepping up their implementation of genocide.

Such historic injustice has not occurred in isolation. It is the culmination of a century-long Zionist project facilitated by the capitalist class across the Global North: through the military-industrial war machine that profits from dispossession and destruction of Palestinian land; through the mainstream media that feed off dehumanizing the Palestinian people, erasing their history, and turning sentiments of humanity into pretexts for barbarity; through technoscientific development—which we as scientists and engineers are complicit in—funded by and funneled into bolstering the apartheid apparatus of Israel; as well as through the hypocrisy of Western academia, which, for all its professed values of “anti-racism” and “decolonization,” continues to acquiesce to settler-colonialism.

It is therefore our duty as members of Science for the People—an organization born out of the struggle against US atrocities in Vietnam, with predecessors who fought against apartheid South Africa, fascist regimes across Latin America, and above all, US imperialism—to take concrete steps in this dark moment and plant the seeds of revolutionary change.

1) As scientists, we must inform our politics through deep and thorough analyses of history, circumstances, and structures. The struggle against colonization has always been fought by people of all ethnicities and religions, and Zionism has historically been opposed by left-wing Jewish leaders, scientists, and activists. We stand unequivocally in solidarity with the Palestinian people and condemn the seventy-five plus years of Zionist crimes that led to this genocide. 

2) As workers within the academic-industrial complex, the products of our labor are subsumed by systemic forces and co-opted for war, which prompts us to reflect on ourselves and the institutions we work for. How much funding has an institution received from foundations with explicitly Zionist aims, and does this correlate with the callousness toward Palestinian students in recent university statements on the events unfolding in Gaza? What techniques, ideology, or both concurrently (as in the attempted biologization of the Jewish race) have been developed in any given field of study, under constraints set by our own settler-colonial system, to uphold the status quo? How has the notion of “progress” in the name of science been propped up by the Israeli state and its Western allies to mask the retrogression of their coloniality? This moment reveals the urgent need and opportunity to achieve a higher level of political consciousness among scientists. We must accelerate this process.

3) As activists and organizers, reflection on our complicity barely reaches the minimum of what’s required. What can we do as an organization to materially support the Palestinian cause? What can we contribute to our coalition partners at the frontline that are weathering racist and Orientalist abuses? How to resist the appropriation of science and technology by the colonizers? Within academia, we witness pro-Palestine voices being drowned out and those that dare speak out against genocide being prosecuted, fired, or silenced at the behest of political and economic interests of the Israeli apartheid state and transnational corporations that profit from the Occupation. How do we connect our own class struggle against the academic-industrial complex with local advocacy for Palestinian rights and the global liberation movements? There is an urgent need and opportunity to educate, agitate, organize, protect those who speak the truth, push back against Zionism, build labor militancy and internationalism among oppressed classes.

The Palestinian struggle is our struggle. Radical science demands of its practitioners clarity of thought and courage for action. SftP calls on all members and supporters to collectively pursue concrete strategies toward the liberation of Palestine.

Get involved and act now.